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abril 27, 2009

¿POR QUÉ NO VACUNARME EN ESTE MOMENTO CONTRA LA INFLUENZA?



Ante la actual situación de emergencia epidemiológica que enfrenta nuestro país en relación a la influenza porcina, siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y en estricto apego a la literatura científica, me permito rechazar una de las medidas tomadas por la secretaría de salud de forma desesperada, en su afán de mitigar la psicosis generada en la población a nivel nacional.
Estoy hablando por supuesto, de la aplicación de la vacuna contra la influenza estacional.
Primero hay que definir a la Influenza cómo una enfermedad respiratoria aguda, causada por alguno de los tres tipos de virus de la influenza que se conocen: A, B y C. El tipo A se subclasifica según sus proteínas de superficie: hemaglutinina (H) y neuraminidasa (N) de la cual depende su capacidad para provocar formas graves del padecimiento. Ésta es transmitida de persona a persona mediante aerosoles de saliva que se generan al toser o estornudar, los que son inhalados por terceras personas hacia su tracto respiratorio superior, que suele tener sus picos de aparición en temporadas invernales. Cómo poblaciones de alto riesgo para la influenza estacional se consideran niños pequeños y adultos mayores, además de pacientes con deficiencias inmunes y por supuesto los trabajadores de la salud.
La OMS define a la influenza porcina cómo una enfermedad respiratoria aguda altamente contagiosa que ocurre en los cerdos, y que es causada por uno de los varios virus de influenza tipo A que circulan en estos animales. Los subtipos del virus que generalmente circulan entre la población porcina mundial son H1N1, H3N2, H1N2 y H1N3. No es infrecuente que los virus porcinos infecten a los seres humanos (se trata de una enfermedad profesional, que afecta normalmente a personas con ocupaciones relacionadas con el sector porcino, aunque, hasta el momento, no parece que en los casos surgidos estos días tanto en México cómo los Estados Unidos con la variante H1N1 exista un vínculo epidemiológico que pueda relacionar a los cerdos con la aparición de este proceso. De hecho, no hay indicios de que haya habido contacto alguno entre los pacientes y el ganado porcino. Tras el análisis genético del virus implicado en estos brotes realizados en Canadá y E.U.A. se ha determinado que posee segmentos típicos de virus influenza humanos, además de porcinos y aviares norteamericanos. Además presenta secuencias de virus porcinos euro-asiáticos. Esta cuádruple combinación genética es la primera vez que se describe en el mundo.
POR LO TANTO, LA VACUNA DISEÑADA PARA LA INFLUENZA ESTACIONAL DEL INVIERNO 2008-2009 NO PUEDE PROTEGERNOS CONTRA UNA MUTACIÓN NUEVA QUE COMBINA CUATRO ADNs DIFERENTES.
Cómo sabemos, las vacunas funcionan mediante la inoculación de virus vivos atenuados a nuestro organismo, para simular un ataque y estimular a nuestro sistema inmunológico a crear los antígenos que correspondan, y así tener las defensas necesarias frente a la exposición a la enfermedad real. Es decir, de alguna u otra forma durante este proceso nos inmunodeprimimos en lo que creamos esas defensas. Pensemos un poco analizando la circunstancia ante una epidemia respiratoria el hecho de estar inmunodeprimidos a causa de una vacuna que no solamente no nos protege contra el virus específico en cuestión, sino que además nos expone al disminuir nuestro sistema de defensa secundario.
Desconocemos las razones por las cuales el sector salud continúa aplicando la vacuna, sin embargo, dada la circunstancia de la mutación del virus no se puede decir que sea una medida efectiva, si no que más bien, parece no haber sido lo suficientemente razonada por quienes ocupan los altos cargos en salud, y que lejos de proporcionar alivio a la contingencia, fomentan una sensación de falsa seguridad entre la comunidad.
Tampoco estoy minimizando la epidemia. Debemos protegernos y cuidarnos aplicando las medidas preventivas que se nos han otorgado oportunamente, pero tampoco se trata de caer en psicosis, por lo que debemos evitar difundir información no corroborada sobre casos de influenza porcina en nuestro estado. Por nuestro bien, es mejor solo mantener la calma, extremar precauciones higiénicas, evitar aglomeraciones de gente, viajar innecesariamente, y en general las medidas preventivas de enfermedades respiratorias.

abril 01, 2009

Hombres + Enfermería = Equidad de Género


Esta entrada es un pequeño homenaje a nuestros compañeros enfermeros por su aporte a la profesión desde aquel complejo “universo masculino”. Porque no debe ser sencillo en absoluto abrirse paso ante una sociedad machista que cuestiona su sexualidad por dedicarse al cuidado y pone en duda sus capacidades para ello, y ante un gremio profesional dominado por y para mujeres que pocas veces los toma en cuenta como la parte tan indispensable en qué se han convertido...


Históricamente ha sido a la mujer a la quien se la designado por sus “características femeninas” el rol de cuidadora en un principio a nivel doméstico y posteriormente como parte del “equipo” de salud. Hay historiadores que afirman que la historia de la mujer es la misma que la historia de la enfermería, por eso no hay que extrañarnos de que las grandes teorías científicas del cuidado profesional surgieron justo después de iniciado el movimiento de liberación femenina en la segunda mitad del siglo XX.





Podemos ver los arquetipos hombre/mujer en el dúo médico/enfermera. El hombre (el médico) es quien tiene el control, quien tiene la autoridad, quien da órdenes que deben ser atendidas, quien tiene el conocimiento. Y la mujer (la enfermera) es quien recibe órdenes, quien no tiene autoridad ni moral ni científica, quien se somete, quien realiza el trabajo “sucio”, de quien se espera que por su “naturaleza femenina” proporcione apoyo emocional a los pacientes.. etc.
La introducción de hombres al campo en un principio se vio con malos ojos, incluso por las mismas enfermeras. Se creía que debía ser una característica el ser “afeminado” para incursionar con éxito dentro del área, puesto que “la enfermera” era una categoría y no un simple supuesto genérico; poca gente hace referencia al término “el enfermero” para referirse de forma general al gremio, eso lo podemos ver en cualquier texto de revisión en el cual nos hablarán muy seguramente de “la enfermera” dejando de un lado a los profesionales del sexo masculino. Aun con los “símbolos de identidad”, nos hemos encargado de excluir a los hombres –ellos no usan cofia- robándoles el derecho de participar por completo en las ceremonias y actos protocolarios en torno a ella.





Sin embargo, es obvio que todo esto se ha ido modificando con la presencia masculina cada vez mayor –afortunadamente- dentro de nuestra profesión, ampliando nuestro campo de acción, aportando ideas y nuevas formas de enseñar la enfermería, aplicando cuidados, realizando procedimientos, en la investigación; en fin, dándole otra imagen a “la enfermera”, favoreciendo a la equidad de género a nivel social con su sola existencia sin darse cuenta de ello.
Cómo enfermeros –nótese que uso el término genérico- requerimos no sólo de esas cualidades asignadas socialmente a las mujeres -sensibilidad emocional básicamente- si no que también necesitamos fuerza física –cualidad socialmente asignada a los hombres-, conocimientos amplios y variados y sobre todo una perspectiva diferente del cuidado, la cual nos aportan desde ese universo masculino que insistirá en ampliar nuestros horizontes hasta lograrlo.